Santa Paula Montal

Santa Paula Montal de San José de Calasanz nació en Arenys de Mar (Barcelona) el 11 de octubre de 1799, en el seno de una humilde familia de cordeleros. Siendo aún niña queda huérfana de padre, y como hermana mayor, compagina su trabajo de puntaire para ayudar a la familia, con su vida de oración y su apostolado mariano y catequético docente con las niñas.
Paula Montal constata la falta de medios para el acceso de la mujer a la cultura y la discriminación educativa que vivían las niñas. Y se siente llamada por Dios para esta misión.
En 1829 funda en Figueras, su primera escuela.
A ésta siguieron las de Arenys de Mar, Sabadell, Igualada, Vendrell, Masnou, Gerona, Blanes….
Totalmente identificada con el carisma calasancio, desde su primera fundación en Figueras quiere vivir la espiritualidad y reglas de San José de Calasanz.
En Sabadell, ayudada por los PP. Escolapios, el 2 de febrero de 1847 ella y sus primeras compañeras profesan como Hijas de María Escolapias. Allí hacen sus votos de pobreza, obediencia, castidad, a los que añaden un cuarto voto de dedicación a la enseñanza.
La finalidad de su misión es “enseñar a las niñas: Piedad, labores de manos, letras” plasmado en un lema: “Salvar a las familias enseñando a las niñas el amor a Dios”.
San José de Calasanz

Fundador de las Escuelas Pías, José de Calasanz es sin duda el patrono de todas las escuelas cristianas del mundo.
Uno de los logros conseguidos por el padre aragonés, a favor de los necesitados, fue el acceso libre a la cultura, gratuita y obligatoria, además de la educación social y la organización de la escuela elemental. Propulsó además un programa de formación de los maestros escolapios y el estudio de las matemáticas según las reglas más revolucionarias e innovadoras.
Nació en Huesca, en Peralta de la Sal, recibiendo una esmerada educación desde la niñez, que concluyó en la Universidad de Lérida, en donde se doctoró en Teología, al tiempo que se ordenaba sacerdote, iniciando una importe carrera apostolar. En el año 1592 pretendió una canonjía en Roma, sin demasiado éxito, hecho que le condujo a una vida sacerdotal más intensa, integrándose en formas profundas de apostolado organizado, de las que nunca se apartará (Cofradía de las Llagas de San Francisco, Archicofradía de los Doce Apóstoles, de la Trinidad, de los Peregrinos, etc.) destacando su dedicación a los pobres. El hecho más notable, a raíz de la gran miseria que observó en los barrios de Roma, fue la fundación de las Escuelas Pías, de las que fue Prefecto y Director General toda su vida.
Lo más sobresaliente de su inmensa labor pedagógica está en la definición y organización de las escuelas primarias, que por primera vez, dividió en clase de lectura, escritura y matemáticas sencillas. Destaca el procedimiento de lectura deletreado (Escuela de la Santa Cruz), de lectura corrida (Escuela de Salterio) y de lectura de libros en lengua vulgar (Escuela de Leer corrido). Del último escalón de la escuela de leer, se pasaba a la Escuela de Escribir, como paso imprescindible para una diversificación de la enseñanza. Por una parte una vertiente práctica para los escolares que continuaban con el ábaco y la escritura. De la otra la tendencia literaria para los alumnos de Letras. Esta forma de escolarización conseguía una escritura fluida de ordenada caligrafía y correcta ortografía.
Los alumnos tenían su libro de escritura y la caligrafía obtenida, adquiría tal importancia que a veces era objeto de exposiciones escolares.
La escuela del ábaco comprendía las cuatro operaciones fundamentales, con números enteros y con fracciones. Practicó siempre la selección de la capacidad del alumno, en la que contaba la decisión de los padres y de los profesores, buscando el oficio y profesión adecuados para los escolares.
Organizó también la Escuela media, aprendiendo Lengua y Literatura latinas, conjugación, sintaxis, y reglas de estilo, con reuniones semanales sobre las asignaturas estudiadas.
La educación moral y religiosa y los ideales cristianos presidieron el trabajo escolar. José de Calasanz, falleció en Roma. Fue canonizado por Clemente XII en 1767.